miércoles, 16 de noviembre de 2011

Arte Argentino Siglo XX



La Escultura

Del mismo modo que aquellos artistas que, en el siglo anterior, habían comenzado a forjar el medio artístico a la par que realizaban sus obras trabajaron algunos escultores. Ellos fueron Francisco Cafferata y Lucio Correa Morales, que habían seguido la clásica formación en Italia y a su regreso a Buenos Aires se dedicaron a los monumentos y las alegorías históricas. Singular para la época surgió Lola Mora (1867-1936), tucumana que en su viaje a Roma cambió su dedicación a la pintura por la escultura académica. Con suerte muy dispar en muchos de sus encargos oficiales, La fuente de las Nereidas, inaugurada en 1903, es su obra mas difundida y polémica desde su primer emplazamiento.

Pintura del siglo XX
Malharro y el impresionismo
En 1902 Martín A. Malharro presenta en Buenos Aires, telas de factura impresionista. Ya en la época de 1860 se, había gestado el impresionismo en París, de manera que su manifestación en la Argentina llevaba un atraso de varias decadas.En ese lapso habían trabajado en el viejo continente Gauguin, Cézanne, Toulouse Lautrec, Van Gogh y Seurat. Pero si bien el impresionismo había sido superado, las academias europeas no lo habían digerido. Malharro nació en Azul, provincia de Buenos Aires, en 1865, y estudió pintura en la escuela fundada por la Sociedad Estímuto de Bellas Artes, donde enseñaba el italiano Francisco Romero, maestro de casi todos los jóvenes coetáneos de Malharro, que después partían hacia Europa. Naturalmente, también lo hizo Malharro. En París vive de sus grabados y aprende la técnica y la estética impresionistas. Expuso el resultado de sus estudios en Buenos Aires en 1902 y más tarde en 1908. Malharro encontró un medio resistente y hubo de luchar por todos los medios para romper el círculo que ahogaba el impulso que él traía para las artes. Desde su cátedra en la Academia (en 1905 la escuela fundada por la Asociación Estímulo de Bellas Artes había sido oficializada) preparaba a la juventud según su sistema. No enseñaba solamente la técnica, como se estilaba, sino que enseñaba a ver, y esto lo señala como un verdadero iniciador de las vanguardias argentinas.
El grupo Nexus
La primera exposición de Malharro en 1902 fue recibida con indignación. Se burlan de él y lo atacan. Su color vibrante, su divisionismo de los tonos, su dibujo deliberadamente impreciso, sus sombras coloreadas, la abundancia de sus empastes, su personal decorativismo suscitan la indignación y la burla. Malharro no se amilana. Espíritu animoso, combativo, habla, problemiza, escribe, pronuncia conferencias, discute. La batalla ha de durar años. Su segunda muestra en 1908 sufre peor recibimiento todavía: se hace a su alrededor un agresivo silencio. Sólo un pequeño grupo de jóvenes adictos lo rodea: Ramón Silva, Walter de Navazio, Thibon de Libian, Carlos Giambiaggi. Su devoción lo acompañó hasta el día de su muerte en 1911, en que se apaga sin declinar en la defensa de sus principios renovadores, pero acosado, como durante toda su vida, por la crueldad de una injusta pobreza.
Fernando Fader es la contrafigura de Malharro. Suele ser clasificado como impresionista.
Había estudiado en Munich con el maestro Heinrich von Zügel. Regresa de Alemania en 1905 y expone por primera vez en ese año en el salón Costa, de la calle florida. El medio artístico y el público comprador lo recibieron con gran benevolencia. Tuvo éxito de crítica, vendió y vivió de su arte y su personalidad dominó el panorama de la pintura argentina durante varios años. También él fue un "héroe" del arte nacional. El crítico Córdova Iturburu habla de su impresionismo germánico de empastes pesados y con tendencia hacia los grises terrosos. Sin embargo, Romero Brest afirma que no hubo impresionismo en Alemania y señala que Fader fue un honesto pintor naturalista, lo mismo que su maestro von Zügel. Fader formó parte del grupo Nexus, que expuso dos veces en 1907 y una en 1908. Estaba integrado por Pío Collivadino, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Carlos Ripamonte, Alberto Rossi, Justo Lynch y Arturo Dresco. En una de las exposiciones figura también Arturo Méndez Texo. Ese grupo encarnaba los ideales de reacción que se habían desatado sobre Malharro. La nota predominante de la década de 1910 fue el lento avance del impresionismo. Al finalizar ya se había impuesto y quizá ya estaba convertido en otro arte académico. Se insinuaban ya como realidad las obras de Victorica, Daneri, y Gramajo Gutiérrez, que daban un paso más allá, también exponía Quinquela Martín.

Emilio Petorutti (1892-1972)
En 1924 expone Emilio Pettoruti. Sus obras son decididamente cubistas con algunos elementos futuristas. Caen sobre los porteños como un balde de agua fría. O como una bomba. El ambiente artístico de Buenos Aires se convulsiona: Se burlan del pintor y de su pintura. Un grupo de "humoristas" organiza una exposición-parodia y lo invitan a Pettoruti a presentar sus cuadros, sin advertirle de las intenciones de befa. El pintor cae en el lazo y envía dos de sus obras, que se exhiben junto con aquellas que se han realizado ex-profeso para burlarse de su arte.
En el año 1925, auspiciada por la Asociación Amigos del Arte, Pettoruti realiza otra exposición en la que expone paisajes de Italia. La crítica advierte el cambio. El color es más apagado, las obras ya no son tan cubistas como las anteriores. ¿Acaso esa muestra revela una vacilación en el ánimo del pintor? Pero no. Pettoruti fue consecuente con el cubismo y continuó dentro de esa línea, que lo llevó , a la pintura abstracta de los últimos años (murió en 1971).
Fue atacado durante toda su vida. En 1924 el ataque a Pettoruti significó el ataque al cubismo, pero después, cuando no hubo más remedio que digerir ese, movimiento, el ataque fue dirigido al cubismo de Pettoruti. Pettoruti desarrolló en la Argentina lo fundamental del cubismo, que es el juego y la estructuración de los planos. Es cierto que su pintura no recurre a variaciones de textura y efectos de superficie, pero esto es consecuente con la intención de respetar el plano y hacer valer más su presencia. Las telas de Pettoruti son pulidas y precisas para no contradecir ese objetivo. En muchas de sus naturalezas muertas el sol que entra por la ventana se convierte en un plano amarillo, que tiene su forma y entra en relación con los demás planos. Caso curioso: en el impresionismo, la luz destruye las formas. En Pettoruti las formas construyen la luz. Se trata de una inversión simétrica. Si a esto agregamos el uso plano del color y las refinadas tonalidades que utiliza, comprendemos que su pintura es el antiimpresionismo por excelencia.

Florida y Boedo
Durante la década de 1920, aparecieron en nuestro país algunos artistas que utilizaron renovados lenguajes, alejados de los procedimientos naturalistas o impresionistas que por entonces gobernaban las propuestas estéticas en Buenos Aires. El medio intelectual sufrió una transformación, impulsada por la publicación de la revista Martín Fierro, en la cual colaboraban escritores, críticos literarios y artistas plásticos comprometidos con las nuevas tendencias artísticas. Este grupo de intelectuales y artistas, llamado grupo de Florida, estaba integrado, entre otros, por los escritores Oliverio Girondo, Brandán Caraffa, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Córdova Iturburu. Los artistas plásticos que coincidían en su propuesta con el grupo literario eran Emilio Pettoruti, Xul Solar y Ramón Gómez Cornet. También se destaca la obra gráfica de Norah Borges, con sus vistas urbanas de factura cercana al cubismo.
En aquel mismo año, cuando Emilio Pettoruti exhibió sus obras cercanas al lenguaje del futurismo y del cubismo, el público y la crítica relacionada con la tradición naturalista e impresionista entendieron a la abstracción como una burla, pero fue bien recibido en el círculo de Florida,
Otro artista emparentado con el grupo de Florida fue Xul Solar (1887-1963). Xul Solar se interesó por las ciencias ocultas, el esoterismo, las religiones, la astrología y las manifestaciones lingüísticas. Su obra está plagada de simbolismos de diferentes religiones y otros elementos esotéricos, y utiliza sutilmente el color creando transparencias.
Fue en este entorno intelectual donde apareció la idea de "lo nuevo" enfrentada a las tradiciones artísticas imperantes. Hacia 1924 se publicó el Manifiesto de Martín Fierro, que emulaba el tenor provocativo de los manifiestos europeos y repetía sus fórmulas.
El grupo de Florida tenía su contraparte en un grupo de escritores de izquierda para quienes el arte debía servir como medio de cambio social. A este grupo adherían los escritores Leónidas Barletta, Álvaro Yunque, Enrique y Raúl G. Tuñón y César Tiempo, entre otros. Los artistas relacionados con estos escritores -conocidos como Escuela de Barracas a mediados de la década de 1910, Y luego como Artistas del Pueblo- eran los grabadores Abraham Vigo, Guillermo Facio Hébecquer, Adolfo Bellocq y José Arato y el escultor Agustín Riganelli. Para estos artistas, el lenguaje plástico debía ser directo, realista, claro, y sus temas debían estar relacionados con la clase obrera y el trabajo. Por lo general, se expresaron a través del grabado -técnica que permitía la reproducción de la obra-, ya que aspiraban a una mayor difusión de sus creaciones, frecuentemente expuestas en las sedes de los sindicatos. Su temática de crítica social los reunió con los literatos, y de allí que ilustrasen las publicaciones de la editorial Claridad y diversas publicaciones anarquistas y socialistas.
En la obra de Pettoruti encontramos la preocupación por las búsquedas formales de las vanguardias europeas, sin integrar el proyecto utópico de las vanguardias históricas: el cambio social. Pettoruti, Xul, Borges, limitaron su propuesta a una renovación estética. Los artistas de Boedo pretendían llegar al pueblo realizando un arte social. Sin embargo, en cuanto a lo estético. se cerraban a la tradición figurativa que las vanguardias, en su sentido estricto, rechazaban.

El grupo de París
El grupo de París, fue llamado así por transmitir o trasladar a la Argentina la visión plástica que sus integrantes habían elaborado en esa ciudad, donde habían recibido la enseñanza de los artistas que entonces gozaban de la estimación de los jóvenes argentinos, deslumbrados por la gravitación del arte francés.
El grupo de París encontró en Buenos Aires un ambiente plástico reacio dominado por el postimpresionismo. En realidad se trataba de un academicismo, que sólo merece el nombre de postimpresionismo por suceder en forma cronológica al arte impresionista de Malharro y su grupo. Quizás el peso más importante dado por el arte del grupo de París haya sido el Nuevo Salón de 1929, organizado por Alfredo Guttero.
Entre ellos se encontraban además Raquel Forner, Pedro Domínguez Neira, Víctor Pissarro, Lino Enea Spilimbergo, Emilio Centurión, Jorge Larco, Alfredo Guttero, Antonio Berni, Juan Del Prete y Norah Borges, y los escultores Curatella Manes, Sibellino, Bigatti, Falcini y Fioravanti.

Antonio Berni (1905-1981)

Berni es uno de los artistas fundamentales de la historia del arte argentino. Comenzó a exhibir sus trabajos a los quince años de edad en su Rosario natal. El largo y extenso desarrollo de su obra jugó de manera constante, sin olvidar la tradición, entre modernidad y vanguardia, entre contemporaneidad y experimentación. El resultado de su primer viaje a Europa fue un conjunto d obras notables relacionadas con el surrealismo. A su regreso a raíz del impacto con parte de la realidad nacional y la situación social imperante, Berni produjo de rumbo en sus investigaciones estéticas, en las que la influencia del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros se hizo evidente. El artista se inclinó por un realismo crítico e ideológico. Sus grandes telas de concepción monumental -Manifestación, 1934; Desocupados, 1934; y Chacareros, 1936- fueron la mayor expresión de esa vertiente. El otro gran capítulo de su producción lo constituyó la creación de sus legendarios personajes Juanito Laguna y Ramona Montiel, seres marginales de la gran urbe, quienes protagonizaron collages de gran escala grabados.

ARTE NO FIGURATIVO GEOMÉTRICO
Hacia 1944, con la publicación del único número de la revista Arturo, surgía en Argentina un grupo de artistas jóvenes cuyo interés primordial era el arte abstracto desarrollado a partir de la geometría y la racionalidad. Sus propuestas plásticas surgieron de originales investigaciones y reflexiones teóricas de nivel científico. Se manifestaban con un renovador lenguaje universal al que conjugaban con contenidos locales y hallazgos propios. Los grupos Arte Concreto Invención, Madí y Perceptismo protagonizaron un momento particularmente fecundo del arte argentino. De este modo tomó cuerpo una tendencia que conservaría su presencia -con múltiples variantes- en la historia del arte argentino.
Asociación arte Concreto Invención
En 1946, el grupo integrado por Tomás Maldonado, Alfredo Hlito, E. Iommi y Manuel Espinosa, entre otros, hizo su primera exposición, y en esa oportunidad publicaron su manifiesto invencionista, cuyo título se inspiraba en el término "invención" opuesto al de "creación". Sus ideas estaban imbuidas de un espíritu utópico y su fundamento filosófico era el materialismo dialéctico.
Arte Madí
La primera exposición de Madí se presentó en Agosto de 1946. No solamente se mostraron allí pinturas y esculturas, sino que hubo música contemporánea de avanzada, danza, y se dio a conocer el manifiesto. Entre sus integrantes se contaba a Carmelo Arden Quin, Gyula Kosice y Rhod Rothfus, entre otros. A diferencia del grupo Arte Concreto Invención, promocionaban la "invención" y la "creación", Su intención era abarcar distintas expresiones: pintura, escultura, dibujo, arquitectura, música, danza, poesía, teatro, novela y cuento.
Perceptismo
Raúl Lozza al tomar actitudes mas extremas que las de sus compañeros de Arte Concreto Invención, decidió separase de ellos en 1947 y fundar el Perceptismo. Este término incluía un aspecto relacionado con otra forma de conocimiento que implicaba la transformación utópica de la sociedad. Con el objetivo muy preciso de abandonar todo resabio de ilusionismo, había realizado la experiencia de independizar las formas plásticas geométricas de la superficie continente del cuadro.

Informalismo y Nueva Figuración

Hacia 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la concepción de la obra de arte tradicional, pintura y escultura, comenzó a perder su identidad como tal. Por entonces, se anunció el agotamiento del proceso de la pintura que se había iniciado en el Renacimiento. De esta forma, una vez acabado el ciclo moderno del arte, se hizo efectivo el pasaje de la modernidad a la posmodernidad. El advenimiento de esta última etapa marcó la aparición de nuevos paradigmas y de otros modos de enfoque y comprensión de los fenómenos artísticos. Se inauguraba así la contemporaneidad para el arte.
Las acciones e instalaciones atravesaron la pintura
En el medio artístico de Buenos Aires, un ineludible estallido recogería algunos aspectos de la situación generada en otros centros internacionales y le sumaria razones locales. Los artistas sintieron la necesidad de asumir actitudes de real vitalidad frente a la construcción de sus obras. La "pérdida de identidad del objeto artístico tradicional" fue casi un objetivo tácito de varios artistas. Algunos, como los informalistas, entre ellos Alberto Greco y Kenneth Kemble, comenzaron por focalizar en primer plano ciertos aspectos constitutivos de la pintura: la materia pictórica, sus densidades y texturas, su capacidad expresiva, el gesto mismo. El paso siguiente consistió en el intento de hacer ingresar la "realidad" en las obras y en sumar, entonces, materiales extraartísticos, desde trapos sucios hasta chapas y maderas, entre otros. La noción de "cuadro" cambiaba de manera drástica hasta ser llevado al límite de su extinción, Se pretendía provocar en el espectador impactos emocionales y "ampliar nuestra vivencia estética" (Kemble). El collage, la acción unida aún a la pintura, las acciones autónomas, el arte del cuerpo como derivación de lo anterior, fueron algunas de las manifestaciones de ese inevitable quiebre.
Nueva figuración
El objetivo de los artistas de la Nueva Figuración, Emesto Deira, Rómulo Macció, Luis F. Noé y Jorge de la Vega, era también el de cuestionar la "institución pintura", pero realizarlo por medio de la búsqueda de una nueva imagen de los seres humanos con su contexto. Este grupo conjugó los elementos más diversos a partir de lo que Deira denominó "estallido de la pintura". Noé y De la Vega fueron los que llevaron más lejos la actitud conceptual del grupo; entre ambos gestaron una ruptura estructural que más tarde Noé llamaría "visión quebrada". Desde 1960, la poética de Noé se centró en torno del término "caos" como objetivo conceptual. Su propuesta consistía en la desestructuración del soporte pictórico a partir de una división simple, hasta llegar a una combinación múltiple de estructuras que constituirían una instalación pictórica.
“….rompimos con el academicismo y el “almidonamiento”, pero también nos alejamos de los cánones ortodoxos de la pintura abstracta; fuimos en busca de la figura pero agregándole toda la fantasía y el “embadurne” de la niñez …..”
Jorge de la Vega

CONCEPTUALISMOS
La idea, el proceso, el sistema, antes que la forma

El arte conceptual a menudo ha prescindido de la realización misma de una pieza específica. Los ready-made de Marcel Duchamp tuvieron una importancia ejemplar para esta tendencia, como también la noción de anti-arte de los dadaístas, ambos de principios de siglo XX. En general en a obra de arte de concepto existe una investigación sobre la definición misma de arte, hasta el punto de intentar volver a definirse en cada autor y en cada nueva obra. En la Argentina, especialmente en los inicios de su desarrollo sistemático (1968), el conceptualismo revistió un carácter crítico, con un marcado interés en el entorno ecológico, social y político.
El Grupo Cayc
El crítico Jorge Glusberg reunió en 1971 a artistas que trabajaban en torno al conceptualismo y dio comienzo así al grupo Cayc, integrado por Luis F. Benedit, Victor Grippo, Alfredo Portillos, Jaques Bedel, Vicente Marotta, Jorge Gonzalez Mir y Leopoldo Maler, entre otros. El factor que los ligaba era la intención y la acción de su organizador, pues cada uno de ellos tenía su posición estética individual ya señalada de antemano. Aunque con propuestas muy diversas entre si, siempre existió entre las obras de sus integrantes un temple crítico, de raíz antropológica, a menudo relacionado con temas de la construcción de la memoria histórica y de la identidad latinoamericana.   
            La escultura sin límites
A partir de los cambios de los años 60 la escultura renació y su concepto se extendió. Un clima sociopolítico adverso y violento en el nivel mundial pesaba en las decisiones de los artistas al volcarse hacia la materia y la figura humana, y los impulsaba a la innovación en el uso de los materiales y procedimientos. Dejando toda postura clásica de lado, optaron por una transposición en el registro de las sensaciones y los padecimientos subjetivos.
León Ferrari (1920)
A lo largo de su larga carrera siempre cuestionó de maneras diversas los valores tradicionales e institucionales. Civilización occidental y cristiana, (1965) consiste en el ensamblaje de dos grandes objetos: la réplica de un avión caza FH 107, utilizados en la guerra de Vietnam, y la imagen de un cristo de típica iconografía difundida por santerías. La obra formula un fuerte cuestionamiento a la razón de la guerra en una “civilización fundada en el amor”.



El Tango


Introducción

El tango es la expresión cultural más representativa de la ciudad de Buenos Aires.
Nació hacia fines del siglo XIX en los suburbios de la ciudad, como resultado de una amalgama de ritmos, melodías y danzas de diferente origen.
A partir de entonces ha recorrido un camino de cambios, crisis y resurgimientos, conformando así un género musical que, junto a otras expresiones artísticas, constituye uno de los pilares fundamentales de la identidad porteña.
Desde las primeras manifestaciones instrumentales ejecutada por manos anónimas y las primeras coreografías originales; pasando por la incorporación de letras y el nacimiento del tango como canción, la formación de las grandes orquestas y la consagración internacional del género; desde sus momentos de esplendor poético y popularidad hasta su repliegue, redefinición y refundación estética,  el tango fue y quizás sigue siendo la expresión más auténtica de los sentimientos de los habitantes de la ciudad.
Los Orígenes
Durante las dos últimas décadas del siglo XIX surgieron en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores las primeras músicas y bailes con los rasgos típicos de lo que hoy conocemos como tango.
El tango fue inventándose y afianzándose en un ambiente de mezcla formado por los aportes culturales  de criollos e inmigrantes europeos, y también con la herencia de la cultura negra, que tuvo una presencia importante en toda la zona del Río de la Plata. Este proceso ocurre, a su vez, en un momento en que la cuidad de Buenos Aires transita por un aceleradísimo proceso de crecimiento y modernización.

La nueva Buenos Aires
Estos años representan un momento crucial en la historia Argentina, ya que luego de un largo período de luchas internas, se consolida el Estado Nacional y el país se instala en el sistema económico internacional como uno de los principales proveedores de materias primas de origen agrícola.
La elite dirigente desarrolla un plan de modernización acorde con el proyecto agroexportador, y con el fin de disponer de mano de obra necesaria, inicia una política de incentivo a la inmigración de origen europeo.
Esto va a producir cambios fundamentales en el país, y la ciudad de Buenos Aires va a experimentar una acelerada transformación que afectará todos los aspectos de la vida social.
El aluvión inmigratorio que desembarcaba en el puerto de Buenos Aires estaba conformado por españoles e italianos, aunque también llegaron muchos franceses y centroeuropeos, principalmente polacos, provenientes de las zonas pobres de sus países, con esperanzas de prosperar.
Se instalaron mayormente en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, ya que la desigual distribución de la tierra en el campo desalentaba las posibilidades de prosperar en él en forma independiente. Hacia 1895, los extranjeros llegan a representar el 60% de la población de la ciudad.
Aunque la elite gobernante desarrolló un plan de urbanización y construcción de la ciudad capital a imagen y semejanza de las capitales europeas, no previó la necesidad de viviendas suficientes para contener a tanta población. En consecuencia, los extranjeros van a alojarse en casas de inquilinato, los conventillos. Se trataba de casas con muchas habitaciones, cada una de las cuales eran habitadas por una familia entera, generalmente numerosa, o varios hombres solos.
Mientras en la zona norte de la ciudad se ubicaban las mansiones de las familias ricas, en los barrios de la zona sur proliferaban los conventillos cada vez en peores condiciones de hacinamiento y pobreza.
Por otra parte, las orillas de la ciudad, zona de frontera entre el trazado urbano y lo que todavía era campo, estaban pobladas por criollos pobres de origen campesino, empujados hacia la ciudad como consecuencia de las transformaciones operadas en el medio rural. Estos criollos traían consigo tradiciones gauchescas1 y modos de ser enraizados en la vida de la pampa.
En algunos barrios de la zona sur de la ciudad, como Monserrat o San Telmo, se habían afincado los descendientes de africanos que quedaban del antiguo sistema esclavista del régimen colonial. Durante el siglo XIX se agruparon de acuerdo a los diferentes lugares de origen que cada grupo tenía y conformaron sociedades de socorros mutuos. En las últimas décadas del siglo ya su presencia había descendido considerablemente, pero su legado cultural persistía y tendría una influencia importante en la gestación de tango. De hecho, el origen de la palabra tango es muy probablemente africano.
Existen varias hipótesis sobre las probables fuentes etimológicas de la palabra, aparentemente tango es un vocablo africano que significa “lugar cerrado, círculo, coto”, pero también puede significar “tocar, palpar, acercarse”. Se utilizó el término tango para designar al sitio de reunión donde los esclavos celebraban sus bailes, mucho antes de que el tango existiera como género musical. Otra hipótesis sugiere que la palabra sería una deformación de la palabra tambor, por el instrumento de percusión utilizado en la música negra.

Lugares de diversión y esparcimiento
Un lugar que se reconoce como centro mítico de gestación del tango son los “Corrales Viejos”. Situado en la frontera sur de la ciudad, _ en el actual barrio de Parque Patricios_, era el lugar donde llegaban los reseros del campo para dejar la hacienda que sería vendida en la ciudad. Después de la llegada, se formaban reuniones con bailes y guitarreadas en los boliches cercanos.
Con el transcurso del tiempo, mientras el arribo de gente a la ciudad es cada vez más numeroso, los arrabales se van poblando de lugares donde, con algunas variantes según su tamaño, se bebía, se tocaba música y se bailaba, pero la mayoría de ellos tenían como fin principal ofrecer los servicios de prostitutas. Estos lugares eran conocidos con el nombre de peringundines.
Cabe destacar que eran ambientes donde predominaban los hombres; en general la ciudad contaba con una mayoría masculina, puesto que muchos inmigrantes habían dejado a sus familias en sus países de origen, e intentaban abrirse camino solos. En este contexto Buenos Aires contaba, en la ciudad y sus alrededores, con una extensa red de prostitución, en un principio con mujeres criollas y negras, más tarde europeas.
Aquellos lugares de encuentro, frecuentados por criollos, obreros inmigrantes, desclasados y personajes del hampa, eran animados por pequeños conjuntos que tocaban el tango, exclusivamente para ser bailado.
Existían también espacios conocidos como “academias”. Se trataba de lugares improvisados de diferentes dimensiones, algunos bastante precarios, en donde se dictaban informales clases de baile y que, pese a la seriedad del nombre, podían también estar ligados a la actividad prostibularia.
En otro tipo de contexto, quizás más familiar, por aquel entonces las clases populares tenían como principales actividades de esparcimiento al circo criollo y el teatro popular, que recibía influencias de la zarzuela española, pequeñas piezas de comedia intercaladas con números musicales. Adaptadas al ambiente local, el tango comenzaría a tocarse también allí en los entreactos.
Trasladado luego, no sin resistencias, desde los suburbios al centro de la ciudad, llegaría al patio del conventillo y se convertiría paulatinamente, junto con otros ritmos de origen europeo como la polca, la mazurca, la tarantela, en uno de los géneros favoritos de las clases populares.

Los antecedentes musicales
Desde mediados del siglo XIX conviven cuatro géneros musicales que a través de un proceso de mezcla y transformación habrían ayudado a la génesis de lo que hoy conocemos como tango. Estos géneros serían: la milonga, ritmo criollo típico de la zona rioplatense, que se toca con guitarra y se baila en forma enlazada, _ la palabra milonga también significa “reunión donde se baila”_. Se emparenta con la payada, recitado acompañado de guitarra, propio del gaucho pampeano; la habanera, música y danza de origen afro-cubano, en compás de 2/4 y ritmo lento; el tango andaluz o tanguillo, ritmo español que se popularizó luego en América a través de la zarzuela; y el candombe, ritmo de origen africano muy extendido en la zona rioplatense. Básicamente percusivo, en un comienzo se tocaba, acompañado de coreografía, en ceremonias religiosas cerradas; luego se hará público y finalmente será tocado y bailado en las comparsas de carnaval.
Existen diferentes interpretaciones en las que se disputa la preeminencia de un género sobre otro, o incluso se niega la presencia de alguno de ellos como verdadero antecesor del tango. No obstante, en general se acuerda que la amalgama y transformación de estas especies musicales es la que tiene más probabilidades de explicar su origen.

Los primeros tangos

En sus comienzos, el tango no tenía todavía una estructura definida, ésta variaba según predominara la influencia del tango andaluz, la milonga o la habanera. Pero se trataba siempre de música tocada en compás de 2/4, de ritmo muy marcado y vivaz, apto para el baile y la diversión.
La combinación de instrumentos más común para tocarlo era un trío de flauta, guitarra y violín. A veces se le agregaba un acordeón, un mandolín o armónica, y eran ejecutados mayormente por músicos sin formación académica.
Aunque en este período el tango es predominantemente instrumental y destinado al baile, se conocen algunas letrillas con las que se empezó a acompañar la música. Estas letras mantienen la forma de los cuplés españoles, canciones cortas cantadas en las piezas de teatro popular.

El baile
Aparentemente la coreografía del tango deriva de la milonga, que luego será enriquecida con movimientos de piernas típicos del candombe. Como todo lo que tiene que ver con los orígenes, en este punto tampoco hay acuerdo al respecto.
El tango tiene como característica distintiva que, durante el transcurso del baile, en determinado momento los bailarines interrumpen el recorrido súbitamente para improvisar figuras. A esto se le llama hacer un corte y una quebrada. Los bailarines deben demostrar sus habilidades para mantener el equilibrio y su creatividad; cuanto más complicadas son las figuras, serán más apreciadas por la concurrencia.
En la pareja de bailarines, es el hombre quien decide la marcha y la sucesión de figuras, y con una leve presión en la cintura, orienta a la mujer e indica los pasos que ella debe seguir.
Con el transcurso de los años, el baile va adquiriendo mayor precisión y los cortes y quebradas reciben varios nombres de acuerdo a la figura que se dibuja, como el ocho, la tijera, el paseo, la medialuna, entre muchos otros.
A medida que el tango se extiende, hacia fines del siglo XIX, se vuelve habitual ver parejas de hombres bailando en las esquinas sombrías de los barrios, ensayando entre ellos para el posterior encuentro con una mujer.
En comparación con otros tipos de bailes de pareja enlazada, el tango llama la atención en sus comienzos por la cercanía de los cuerpos al bailar, hecho que escandaliza a la gente y, teniendo en cuenta los lugares donde se baila, lo convierte en una práctica indecorosa y prohibida.

La consolidación del tango

Las transformaciones
En las postrimerías del siglo XIX y los comienzos del siglo XX, el tango ya se consolida como una de las expresiones más genuinas de la cultura de los habitantes de los suburbios de la ciudad.
Por ese entonces comienzan a intervenir ya algunos músicos con algún conocimiento formal, lo cual hace posible la composición mas sistematizada y la circulación de partituras, aumentando así la difusión de las piezas.
Un papel fundamental en la difusión lo tuvo la existencia de los organitos. Se trataba de pianitos portátiles accionados con una manija, que reproducían valses, partes de óperas famosas o ritmos populares. En la medida que hubo partes escritas de tangos, estos organitos comenzaron a difundirlas mientras se paseaban por las calles, y acompañaban muchas veces los improvisados bailes masculinos en las veredas.
Los rasgos distintivos de esta música comienzan a ser más claros y se alejan de aquellos que le dieron origen, pero además incorpora definitivamente un instrumento fundamental que termina siendo el alma  del tango: el bandoneón.
Este instrumento, de origen alemán, habría sido introducido en el Río de La Plata hacia fines del siglo XIX. Creado para difundir obras clásicas en ambientes campesinos, tiene un timbre similar al acordeón. Se populariza rápidamente entre los músicos de la ciudad y encuentra en el tango un lugar protagónico, tanto que pronto su sonido quejumbroso y oscuro se convierte en símbolo indiscutido del tango.
Orquesta de Osvaldo Pugliese

La Orquesta Típica
Aquella primitiva formación instrumental de tríos se transforma no sólo por la incorporación del bandoneón, que desplaza a la flauta en los arreglos de la melodía, sino también por la paulatina incorporación del piano como soporte rítmico y armónico, sustituyendo a la guitarra. Finalmente se incorpora el contrabajo para reforzar el ritmo.
Los conjuntos instrumentales que por entonces ejecutaban varios estilos, como mazurcas, valses, pasodobles, además de tangos, eran cada vez más numerosos.
Considerando la creciente popularidad del tango, las compañías grabadoras comenzaron a interesarse en difundirlo. Contratado para hacer algunas grabaciones, en 1911 el director Vicente Greco denominó al propio conjunto “Orquesta Típica Criolla”, para diferenciarse de aquellas que tocaban otros estilos.
Con el transcurso del tiempo quedaría solo el nombre abreviado de “Orquesta Típica”, cuya formación definitiva sería un sexteto constituido por dos bandoneones, dos violines, piano y contrabajo. Esta será la estructura básica que utilizarán las orquestas de tango durante las décadas posteriores.
En ese entonces, las orquestas empiezan a abandonar el compás de 2/4, típica del tango primitivo, y adoptan el compás de 4/8, que le da un carácter más apagado, más tranquilo y más apto para la incorporación de una letra.
En cuanto a los lugares, durante estos años los barrios de La Boca y Palermo se constituyen en zonas de mayor desarrollo del tango. La Boca concentraba una gran cantidad de conventillos poblados de inmigrantes, y en torno al puerto prosperaban cafés y cantinas frecuentadas por marineros, con una intensa vida nocturna animada por el tango. En estos lugares se vivían no pocos episodios de grescas entre los parroquianos con intervenciones de la policía. En Palermo, zona del parque Tres de Febrero, había varios lugares de diversión nocturna, frecuentados por gente de distinta estracción social; el más famoso fue el café Hansen, ubicado en el actual cruce de Av. Sarmiento y Av. Figueroa Alcorta, donde se vivía un clima de jolgorio noctámbulo matizado con disturbios cada vez más violentos que con el tiempo provocaron el alejamiento de los concurrentes.

El Lunfardo

Las letras de tango, tanto las más primitivas como las que se escribirán en décadas posteriores, están matizadas con términos pertenecientes al lunfardo.
El lunfardo en sus comienzos era la jerga utilizada por delincuentes y marginales de las orillas de la ciudad. El código utilizado por este grupo tenía una obvia intención de disimulo y ocultación.
Algunos términos provienen de los idiomas extranjeros traídos por la inmigración, como el italiano o el francés. Otros son asociaciones de significado, _ como llamar “bobo” al reloj, por su facilidad para ser robado _; y también, un recurso muy utilizado es el de invertir las sílabas de las palabras, como decir “feca” en vez de “café.”
Con el correr del tiempo, estos términos se irán extendiendo hacia todos los sectores populares hasta llegar a formar parte del habla cotidiana de toda la sociedad. Muchas de estas palabras han caído en desuso, pero otras todavía persisten en el habla de los porteños y de los argentinos en general, como “mina”(mujer) o “afanar”(robar).

Los temas del tango
Se considera que el tango “Mi noche triste”, escrito por Pascual Contursi en 1917, marca un quiebre e inaugura un nuevo período en el género. Con música de Samuel Castriota, este tango fue estrenado por Carlos Gardel, pero se popularizó luego de su inclusión en el sainete “Los dientes de perro”, en 1918. Es el primer tango donde se expone y desarrolla un argumento sentimental. A partir de ese momento, aparece otra faceta, que será en definitiva la que prevalecerá en las letras de tango a lo largo de toda su historia: éstas dejan de ser la voz soberbia del compadrito y se tornan sentimentales, expresando a un nuevo tipo de porteño gobernado por la melancolía.
Un tema recurrente en el tango será, a partir de entonces, el desengaño amoroso o el recuerdo de un amor perdido, utilizando un tono amargo, a veces desgarrador.

Carlos Gardel