miércoles, 8 de mayo de 2013

Período posclásico: AZTECAS


En los últimos siglos de la historia de la América precolombina se manifestarán procesos sociopolíticos nuevos que caracterizan a esta etapa, a la que pondrá fin la conquista española. Puede ella caracterizarse por la formación de minorías guerreras -y la consiguiente militarización de esas sociedades- y por el impulso expansionista que las mismas adquieren, lo que lleva a la formación de grandes unidades políticas. El proceso culmina con la formación de los dos grandes imperios que encontraron los, españoles al llegar a América: el azteca en México y el incaico en el Perú. No trazaremos aquí la historia de estos imperios sino trataremos de señalar los factores que condicionaron su formación y que explican el carácter de esas sociedades.
En realidad, los caracteres enunciados -expansión y militarización- están condicionados por el carácter mismo de las formas de producción imperantes en ambos centros de América. Vimos ya que la agricultura, que constituyó su base económica, sólo pudo desarrollarse a partir de un control cada vez más estricto de la mano de obra y del riego, debido a la carencia de otros elementos técnicos. Esta fue la función que desempeñaron los primeros estados, y que posibilitó un incremento demográfico ininterrumpido y, al mismo tiempo, la formación de minorías privilegiadas capaces de absorber los excedentes producidos. Pero el aumento constante de la población, unido a la imposibilidad de expansión de la producción que había llegado a su límite máximo, provocaron la reducción de los excedentes disponibles. Cuando esa minoría, pese a usar todos los mecanismos de presión a su alcance, ya no pudo extraer más de sus propias comunidades sólo vio como camino para mantener su posición el control de otras comunidades y la apropiación de los excedentes por ellas producidos. De allí que esa nobleza se haya tornado guerrera y que la guerra, con su secuela de saqueos y tributos obtenidos de los vencidos, se transformara en el eje de, la vida de esas sociedades.
Esta militarización de las sociedades precolombinas se reflejó en todas sus manifestaciones artísticas y religiosas. Así, por ejemplo, la introducción de divinidades guerreras en el panteón mejicano fue, en contraposición con el período clásico, característica de esta época.
El caso azteca es quizá el más claro. Toda su cultura giró en torno de la religión, que ejerció un dominio total sobre los miembros de las tribus que integraban la Confederación.
La religión sirvió al mismo tiempo de fundamento del poder del estado sobre los clanes y los Individuos, por lo que la, organización política, en un principio de caracteres democráticos -los cargos eran en su origen electivos-, se transformó en una teocracia militar y permitió imponer un régimen de terror en las regiones conquistadas. La religión, a través de sus ritos cruentos, en los que el sacrificio humano tenía un papel descollante, estimuló las guerras y las conquistas, transformándolas en una necesidad de la que dependía, la vida misma de la comunidad. En efecto, el sacrificio era el alimento y fuente de vida de los dioses y de la vida de estos dependía la vida del Universo. Pero sólo el guerrero capturado en batalla era digno de ser sacrificado.
Desde otros puntos de vista, el período expansionista es una época de estancamiento y aun de retroceso. Las artes y la técnica no superaron, en general, los desarrollos del período clásico y, en algunos casos, están por debajo de ellos. ¿Es que acaso habían agotado su capacidad creadora?; ¿tal vez habían llegado al límite de, sus posibilidades?; ¿o fue el desgaste de energías en la guerra lo que coartó las posibilidades de esas civilizaciones? Es posible que en muchos aspectos hubieran llegado al límite de sus posibilidades, pero en ese caso ¿cuál hubiera sido su posterior evolución? Es evidente que no podemos responder. Su historia quedó trunca y bastaron pocos años para que esos grandes imperios sucumbieran ante los conquistadores y se desarticularan las estructuras económicas y sociopolíticas existentes. La población indígena, sojuzgada y diezmada, fue asimilada como fuerza de trabajo en las minas y haciendas. La explotación colonial, basada en el trabajo forzado y gratuito del indio, fue uno de los pilares más firmes del surgimiento del capitalismo.




EL ARTE AZTECA
El arte azteca es, fundamentalmente, un arte al servicio del Estado, un lenguaje utilizado por la sociedad para transmitir su visión del mundo, reforzando su propia identidad frente a la de las culturas foráneas. De marcado componente político-religioso, el arte azteca se expresa a través de la música y la literatura, pero también de la arquitectura y la escultura, valiéndose para ello de soportes tan variados como los instrumentos musicales, la piedra, la cerámica, el papel o las plumas. Lo primero que llama la atención es la asimilación azteca de las tradiciones artísticas anteriores y la impronta personal que otorgaron a sus manifestaciones. El arte azteca es violento y rudo pero deja entrever una complejidad intelectual y una sensibilidad que nos hablan de su enorme riqueza simbólica.
ARQUITECTURA
El hecho de que la actual capital de México cubra, en la práctica, la antigua Tenochtitlán, capital del Imperio azteca, impide que tengamos una visión completa de las estructuras arquitectónicas y, sobre todo, de la organización del espacio en los centros ceremoniales, o la relación entre estructuras templarias y las construcciones de carácter habitacional. De hecho, nuestro conocimiento de esta zona se limita a algunos sectores en los que pudieron hacerse excavaciones de carácter restringido o donde se produjeron hallazgos casuales.
ARQUITECTURA RELIGIOSA
La arquitectura religiosa se desarrolla siguiendo las pautas de la tradición mesoamericana, aunque existen aportaciones importantes. El tipo de construcción más original es el de los templos gemelos, con doble escalinata de acceso. Aunque el mejor conocido es el de Tenayuca, a ese modelo responden también los templos principales de Tlatelolco y Tenochtitlán. Se trata de una representación dual de las divinidades que existía en Mesoamérica desde épocas remotas. La colocación de parejas de dioses, como la de Huitzilopochtli–Tláloc del templo mayor de Tenochtitlán, sobre una sola plataforma piramidal, hace que su estructura sea alargada y presente una doble escalinata de acceso. En este caso, las excavaciones realizadas por el doctor Eduardo Matos Moctezuma pusieron de manifiesto una serie de hasta siete periodos o reconstrucciones sucesivas entre 1375 y 1520.
Otro modelo arquitectónico relativamente frecuente es la pirámide de planta circular que tradicionalmente se ha atribuido a santuarios del dios Ehécatl, deidad del viento, que en su aspecto de remolino o huracán podría hacer lógica esta forma. Las más conocidas son la de Calixtlahuaca y la de la estación de metro de Pino Suárez. Otra construcción muy característica de los aztecas es un tipo de plataforma decorada con calaveras, que constituían la base del tzompantli, estructura donde se acumulaban los cráneos de los sacrificados. Sólo se conserva un pequeño altar que se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de México y el descubierto recientemente en las excavaciones del templo mayor.
Entre los tipos arquitectónicos más comunes no podemos dejar de mencionar los templos piramidales de planta cuadrada o rectangular con una sola escalinata de acceso en la parte frontal, delimitada por dos alfardas lisas. Muchas de las pirámides de Tenochtitlán seguían este modelo.
Dos de las más extraordinarias creaciones arquitectónicas de los aztecas fueron Tepoztlán y Malinalco, ambas excavadas en la roca y terminadas con construcciones de mampostería.
ESCULTURA
Era fundamentalmente monumental y aparecía asociada a las grandes construcciones arquitectónicas. Muy realista en su concepción, contenía un componente simbólico y abstracto de gran importancia relacionado con su universo religioso. Existen piezas de gran tamaño que representan a los dioses, los mitos, los reyes y sus hazañas. De las obras que han llegado hasta nosotros y que se encuentran en el Museo Nacional de Antropología de México destacaremos la Piedra del Sol o Calendario azteca, enorme bloque circular trabajado en relieve y dedicado a la divinidad solar Tonatiuh que algunos investigadores atribuyen al señor de la tierra Tlaltecuhtli, y la Piedra de Tizoc, enorme disco que narra en un friso las conquistas del que fuera famoso tlatoani (emperador) de los aztecas entre 1481 y 1486
Existen obras escultóricas de menor envergadura. La más conocida es la imagen del dios de las flores Xochipilli, sentado sobre un gran sitial, con todo el cuerpo cubierto por flores tatuadas.
La escultura de pequeño tamaño en piedra tuvo también una gran importancia. Suele pertenecer más al ámbito de lo cotidiano, reproduciendo, generalmente, animales y objetos comunes. Algunas piezas conservan restos de pintura e incrustaciones realizadas con piedras diferentes. La técnica mexica creó obras extraordinarias con materiales muy difíciles de labrar. Entre ellas debemos destacar una vasija de obsidiana que representa a un mono, o una excepcional calavera de cristal de roca que se encuentra en el Mankind Museum de Londres, donde se percibe el detallado conocimiento anatómico que poseían los mexicas, así como su pericia en el trabajo de la piedra, presentando una pieza casi transparente de un pulido perfecto.
Los trabajos escultóricos en madera y turquesa, aun siendo mucho menos numerosos, supusieron un aporte interesante. Encontramos tambores con relieves muy complejos, marcos para espejos de obsidiana y los llamados mosaicos de turquesas (esculturas en madera cubiertas con mosaicos de piedras) que continúan la antigua tradición mesoamericana y de los que sólo se conservan algunas cabezas zoomorfas y máscaras.
ORFEBRERÍA
Aunque los orfebres mixtecos que realizaron las ofrendas de las tumbas de Monte Albán fueron los mejores de Mesoamérica, los aztecas alcanzaron tal pericia en la fundición, combinando oro y plata, que no se quedaron atrás. Los metales se utilizaban fundamentalmente para hacer joyas: collares, pendientes, pectorales, orejeras, bezotes (adornos que se colocaban en un orificio practicado bajo el labio inferior) y pulseras. También se hacían figuras y recipientes. Utilizaban la cera perdida y eran maestros en la fundición, hasta el punto de fabricar figuras articuladas. Frecuentemente se combinaban los metales con piedras semipreciosas como el jade, la amatista y la turquesa, formando collares y adornos de gran belleza.
PLUMERÍA
La plumería fue una de las expresiones más originales y características de los aztecas, especialmente en la elaboración de mosaicos. Las aves utilizadas para estos trabajos procedían de los bosques tropicales del sur de México y Guatemala, o bien eran criadas en cautividad y cazadas con técnicas refinadas que no dañaban el plumaje de la presa. Eran clasificadas de acuerdo con el tamaño, calidad y color, siendo las más apreciadas las verdes de quetzal (sobre todo las larguísimas caudales); las rojas del tlauquecholli, parecido al flamenco, y las azules turquesa del xiuhtótotl. Los especialistas dedicados a estas tareas se llamaban amanteca y eran muy apreciados, destacando los de Tlatelolco, Texcoco y Huaxtepec. Se conservan buenos ejemplares de escudos y tocados en museos de América y Europa. Destacaremos el escudo del dios de la lluvia, que representa un coyote (quizá el emblema del tlatoani Ahuizotl), pero, sobre todo, el gran tocado de plumas de quetzal con adornos de oro, conocido como el penacho (corona) de Moctezuma, conservado en el Museo Etnográfico de Viena.
CERÁMICA
Constituye la forma de expresión más popular, sobre todo en lo relativo a las figuras de personas y divinidades, entre las que destacan figurillas femeninas de fertilidad y representaciones de dioses. Las figurillas femeninas aparecen de pie, con el cabello dividido en dos crestas o bucles que se elevan sobre la cabeza, un faldellín decorado que llega hasta los pies, y suelen llevar en sus brazos otras dos figuras más pequeñas. Se ha interpretado como una representación de la diosa madre azteca (Tonantzin, Xochiquetzal, Coatlicue o Cihuacóatl), aunque en la actualidad son consideradas como un símbolo de la maternidad. Otras figuras son representaciones de los dioses Tláloc y Quetzalcóatl Ehécatl.
CODICES
Eran libros en papel de amate o en piel de venado, doblados a manera de biombo. Plasmaban dibujos figurativos y una escritura pictográfica que servía como recordatorio de narraciones históricas, religiosas o litúrgicas. La inmensa mayoría de los códices aztecas son copias de códices antiguos o recopilaciones posteriores a la conquista realizadas a requerimiento de los frailes. Los identificados plenamente con el mundo azteca son el Códice Borbónico y el Tonalamatl Aubin, los más antiguos, y los pertenecientes al grupo Magliabecchiano, entre los que destacan el propio Magliabecchiano, el Códice Tudela, el Códice Ixtlilxóchitl y el Códice Veitia.

jueves, 18 de abril de 2013

Período Clásico: MAYAS



Las características del  período clásico
El florecimiento de las culturas del período clásico se produjo, aproximadamente, del 200 al 900 e íntimamente ligado con las condiciones locales del lugar donde emergían. Son culturas, pues, regionales y de fuerte personalidad, son fácilmente reconocibles y suficientemente diferenciadas dentro del legado cultural precolombino. Su origen se halla en los centros ceremoniales del período preclásico, que luego crecen en tamaño y complejidad. De tal modo, que a las características propias suman otras, se transforman en centros administrativos y residencia del aparato estatal.
Debido al incremento de la población, que en este período verdaderamente se multiplica, la  planificación del centro ceremonial se extiende desde el  área religiosa ceremonial propiamente dicha, hasta la zona profana, lugar de residencia de una poderosa nobleza. Además, el centro ceremonial adquiere la función de centro manufacturero en gran escala y con un artesanado altamente calificado.
En este período, el Estado presenta características bien definidas: es teocrático, monopólico muy estratificado. En este último aspecto, podemos decir que la organización social está compuesta por estamentos sociales inamovibles: una clase alta dirigente con funciones religiosas, políticas y administrativas, constituida por un Jefe al que consideraban descendiente de los dioses fundadores, por los sacerdotes y la nobleza. Y una clase baja, el pueblo productor propiamente dicho, dedicada a la agricultura y que habitaba alrededor del centro ceremonial, en forma no planificada, junto a los campos de sembradío. La clase dirigente,  económicamente parasitaria y numéricamente escasa, detenta todo el poder político; controla, regula y regimenta todo el sistema de producción, que pesa sobre las espaldas del resto de la población y se apropia de sus  beneficios, dejando a los agricultores sólo lo indispensable para su subsistencia.
Esto les permite acumular riqueza y perpetuar sus privilegios, asentados en el temor que infundía su supuesto origen divino sobre el pueblo llano. De eso se valían para exigir periódicamente mayor productividad al sector agromanufacturero, aunque en determinados casos recurrían a métodos compulsivos.
Las funciones del Estado eran múltiples: preservar el orden interno y la defensa ante un peligro exterior; reglamentar la vida social, de acuerdo con las rígidas jerarquías ya enunciadas; y, sobre todo, como único propietario de tierras, organizar la producción de acuerdo con instituciones tribales del período preclásico. Además, planifica y dirige las monumentales obras arquitectónicas y de Ingenrería, templos, palacios, caminos, diques, sistemas hidráulicos, silos, etcétera.
La columna vertebral de la economía era el trabajo agrícola, basado en un sistema intensivo de agricultura de regadío. El mismo se relacionaba con otras esferas de la economía, como el transporte, el comercio incipiente (intercambio con otras culturas), y los progresos tecnológicos permitieron mejorarlo, por ejemplo mediante un régimen de abonos que impedía el agotamiento de los suelos, o con la construcción de importantes obras hidráulicas que permitieron controlar las posibles crecientes de lagos y ríos y distribuir en forma más racional el agua destinada a los cultivos. Un cuerpo especializado se dedicaba a proyectar y realizar dichas mejoras técnicas, así como el perfeccionamiento de las especies cultivadas (efectúan los primeros injertos de la historia de la agricultura americana). Todo ello, más el rígido y despótico sistema de trabajo ya descrito, redundó en un aumento progresivo de las cosechas y en un excedente productivo cada vez mayor. En consecuencia, debieron construir monumentales silos que contuvieran y almacenaran dicho excedente. Durante el transcurso del período clásico, en las altas culturas de América, ocurrió lo que Gordon Childe bautizó como "revolución urbana". Es decir, el nacimiento de la ciudad propramente dicha, con las estructuras y funciones que la caracterizan. La aparición de una nueva población urbana que no contribuye a la producción de alimentos, exige de los agricultores una producción cada vez mayor. La forman sectores surgidos de una creciente división y subdivisión del trabajo, como ser sacerdotes especializados para diferentes tareas, variedad de artesanos funcionarios administrativos y comerciantes. Su presencia redunda en la secularización de sus tareas, en un incremento de la población no agrícola y  en una alta estratificación social.
La especialización artesanal coincide con su más alto grado de calidad, producen piezas a las que justamente podemos catalogar de “artísticas" en el sentido actual del término. Su valor estético y su perfección técnica son los mayores de toda la producción precolombina, no superada en períodos posteriores.
Así lo prueban gran cantidad de cerámicas, objetos suntuarios, esculturas, pinturas, arquitectura monumental, tejidos, etc., obra de equipos cada vez más especializados, incluso dentro de cada variedad artesanal.
El crecimiento demográfico fuerza, como ya dijimos, la urbanización planificada. El centro ceremonial se transforma en centro manufacturero y residencia del aparato estatal. Inmediatamente después del área ceremonial, construyen la zona residencial, al mismo tiempo que ciertos servicios indispensables: sistema de drenaje, abastecimiento de agua para uso doméstico, etc. Por otra parte, cuenta con el aporte de la producción de varios otros pequeños centros ceremoniales subsidiarios, que le piden a cambio su aval y su protección.
Para conseguir la integración social, política y cultural de estas complejas sociedades formadas por estratos tan disímiles, la clase dirigente recurre a las viejas tradiciones religiosas unificadoras. 
La religión se institucionaliza oficializando ciertas creencias tradicionales y pasa a ser el principal instrumento del ordenamiento social.
Se encarga de codificar el conocimiento de lo sobrenatural, que se convierte en un saber especializado y reservado a una casta sacerdotal o cuerpo de eruditos. El Sumo Sacerdote reemplaza al shaman del período preclásico y, en conjunto, se hacen cargo de diversas actividades: culturales, administrativas, artísticas, intelectuales. 

Por ejemplo, estudios astronómicos, creación del calendario y de la escritura, recopilación de textos legales, religiosos y literarios, organización de construcciones religiosas y públicas y de su mantenimiento, dirección de los trabajos artesanales y de las tareas agrícolas, organización de las masas agrícoas desarraigadas de su lugar de origen para su aprovechamiento en la arquitectura monumental o debido a su habilidad artesanal.

Por lo tanto, las sociedades del período clásico altamente tecnificadas y rigurosamente estratificadas, cuyos miembros tienden a una especialización cada vez mayor, tuvieron gobiernos muy centralizados, omnímodos y omnipotentes, ya que sus dirigentes sintetizaban poderes divinos y terrenales. Ellas produjeron un arte de gran elaboración intelectual, incluso hermético, en muchos aspectos nunca superado en América y modelo de referencia todavía para artistas y movimientos estéticos contemporáneos, que hallan allí su fuente inspiradora.

Mayas: Las artes
El arte maya clásico (200 a 900 d.C.) es apreciado por su excelente manufactura. Los tallados y relieves en estuco de Palenque y el estatuario de Copán son especialmente finos, muestran una gracia y observación precisa de la forma humana que recordó a los primeros arqueólogos las formas de la civilización clásica del Viejo Mundo —de allí el nombre dado a esta época de la historia mesoamericana. Las Estelas más grandes y finas se encuentran en Quiriguá. La mayor parte de las piezas que han sobrevivido son órdenes de alfarería funeraria y de cerámica de uso cotidiano y ritual. Los Murales más antiguos y mejor conservados son los de San Bartolo, en Petén. En Bonampak fueron descubiertos murales antiguos que sobrevivieron por un afortunado accidente que los conservó hasta el día de hoy (aunque poco a poco se deterioran por el turismo en la región). En la actualidad sobrevive una obra de teatro, el Rabinal Achí.
Arquitectura
Durante esta época de la cultura maya, los centros del poder religioso, comercial y burocrático crecieron para convertirse en increíbles ciudades como la preclásica El Mirador, la mayor del clásico Tikal y las post clásicas Chichén Itzá y Uxmal. Debido a sus muchas semejanzas, así como a sus diferencias estilísticas, los restos de la arquitectura maya son una clave importante para entender la evolución de su antigua civilización.
Diseño urbano
Mientras las ciudades mayas se dispersaban por la diversa geografía de Yucatán y Guatemala, el efecto de la planeación parecía ser mínimo; sus ciudades fueron construidas de una manera orgánica (aparentemente descuidada), adaptándose a la topografía de cada ubicación en particular. La arquitectura maya, como la del resto de Mesoamérica, tendía a integrar un alto grado de características naturales. Por ejemplo, algunas ciudades existentes en las planicies de piedra caliza en el norte de Yucatán se convirtieron en poblaciones muy extensas, mientras que otras construidas en las colinas del río Usumacinta utilizaron los altillos naturales de la topografía para elevar sus torres y templos a grandes alturas. Aun así prevalecía algún orden, requerido por cualquier ciudad de grandes dimensiones. Un elemento básico lo eran las cuevas ya sea naturales o artificiales, así como las pirámides que hacían las veces del inframundo Xibalbá y el contacto con los dioses del supramundo. Esto es muy notorio en una ciudad como Cancuén, la cual carece de pirámides importantes, pero tiene el Palacio más grande de los Mayas, la ciudad está rodeada de montañas naturales witz con cuevas, por lo que no tuvieron que construirlas. Al comienzo de la construcción a gran escala, generalmente se establecía un eje predeterminado en congruencia con ciertos puntos notables de observación astronómica y dependiendo de la ubicación y la disponibilidad de recursos naturales (pozos o cenotes). La ciudad crecía conectando grandes plazas con las numerosas plataformas que formaban los cimientos de casi todos los edificios mayas, por medio de calzadas sacbeob. Las principales ciudades mayas como El Mirador y Tikal fueron más grandes que las del centro de México o el valle de Oaxaca.
En el corazón de las ciudades mayas existían grandes plazas rodeadas por sus edificios gubernamentales y religiosos más preciados, como la acrópolis real, grandes templos de pirámides, y ocasionalmente canchas de juego de pelota. Inmediatamente afuera de este centro de rituales estaban las estructuras de los menos nobles, templos más pequeños, y santuarios individuales. Esencialmente, mientras menos sagrada e importante era una construcción, mayor era el grado de privacidad. Mientras se añadían más estructuras, y las existentes se reconstruían o remodelaban, las grandes ciudades mayas parecían tomar una identidad casi aleatoria que contrasta profundamente con otras grandes ciudades mesoamericanas, como Teotihuacan y su construcción rigurosamente regida por dos ejes perpendiculares. Aun así, aunque la ciudad se disponía de la forma en que la naturaleza dictara, se ponía cuidadosa atención en la orientación direccional de los templos y observatorios para que fueran construidos de acuerdo a la interpretación maya de las órbitas de las estrellas. Afuera del centro urbano constantemente en evolución, estaban los hogares menos permanentes y más modestos de la gente común.
El diseño urbano maya podría describirse fácilmente como la división del espacio en grandes monumentos y calzadas. En este caso, las plazas públicas al aire libre eran los lugares de reunión para las personas, así como el enfoque del diseño urbano, mientras que el espacio interior era completamente secundario. Sólo en el Posclásico Tardío las grandes ciudades mayas se convirtieron en fortalezas que carecían, en su mayor parte, de las grandes y numerosas plazas del clásico.
Materiales de construcción
Un aspecto sorprendente de las grandes estructuras mayas es su carencia de muchas tecnologías avanzadas que podrían parecer necesarias para tales construcciones. Careciendo de herramientas de metal, poleas, e incluso la rueda, la arquitectura maya requería una cosa en abundancia: fuerza humana. Los materiales restantes parecen haber estado fácilmente disponibles. Toda la piedra para las estructuras mayas parece haber sido tomada de canteras locales; con frecuencia era piedra caliza que, recientemente extraída, permanecía suficientemente blanda como para ser trabajada con herramientas de piedra, y sólo se endurecía pasado un tiempo, al perder su humedad natural. Además del uso estructural de la piedra caliza, utilizaban piedra caliza aplastada, quemada y batida que poseía propiedades similares al cemento, y era usado ampliamente tanto para acabados de repello, como para unir piedras; sin embargo, futuras mejoras en sus técnicas de extracción de piedra redujeron la necesidad de este acabado de piedra caliza, ya que sus piedras comenzaron a encajar casi perfectamente, aun así, permaneció como un elemento crucial en algunos techos adintelados (de columnas y vigas). En el caso de las casas comunes, los materiales más utilizados eran los postes de madera, caña, adobes, y paja; sin embargo, también se han descubierto lo que parece ser casas comunes de piedra caliza. También debe notarse que en la ciudad de Comalcalco, se ha encontrado ladrillos de barro cocido como sustituto de las piedras, debido a la falta de piedra en su entorno.
Proceso de construcción
Toda la evidencia parece sugerir que la mayoría de edificios se construyeron sobre una plataforma pétrea que variaba en altura, de menos de un metro, en el caso de terrazas y estructuras menores, a 45 metros en el caso de los grandes templos y pirámides. Un tramo de empinados escalones de piedra partía las grandes plataformas escalonadas en al menos uno de los lados, contribuyendo a la común apariencia disimétrica de la arquitectura maya. Dependiendo de las tendencias estilísticas prevalecientes del área, estas plataformas eran construidas de un corte y un exterior de estuco relleno de gravilla densamente compactada. Como en el caso de muchos otros relieves mayas, aquellos en las plataformas a menudo se relacionaban con el propósito de la estructura en la que residían. Después de que las plataformas pétreas eran completadas, las grandes residencias y templos de los mayas eran construidos encima. Mientras se construían todas las plataformas, parece haberse puesto poca atención a su funcionalidad utilitaria, y mucha a su estética exterior; sin embargo, un cierto aspecto repetido, el arco, que era utilizado a menudo para imitar la apariencia de la cabaña simple maya, aunque no era una herramienta efectiva para incrementar el espacio interior. Como requerían gruesas paredes de piedra para soportar el techo, algunos templos utilizaban arcos repetidos, o una bóveda arqueada, para construir lo que los mayas se referían como pinbal, o saunas, como los del Templo de la Cruz en Palenque. Mientras que las estructuras eran completadas, se les añadía extensivos trabajos de relieve; a menudo solamente al repello usado para alisar cualquier imperfección; sin embargo, muchos tallados en dinteles han sido descubiertos, así como tallados en piedras usadas como fachada. Comúnmente, esto se hacía en todo el derredor de una estructura entera, conteniendo una variedad de obras de arte relativas a los habitantes o al propósito del edificio. Aunque no en todas las ubicaciones mayas, también se ha descubierto un amplio uso del repello pintado.
Se ha sugerido que, junto con el calendario maya de cuenta larga, cada 52 años, o un ciclo, los templos y pirámides se remodelaban y reconstruían. Ahora parece que el proceso de reconstrucción era a menudo instigado por un nuevo gobernante o por motivos políticos, en vez de la coincidencia con el ciclo del calendario. Sin embargo, el proceso de reconstrucción encima de estructuras viejas es de hecho algo común. Más notablemente, la acrópolis norte en Tikal parece ser la suma total de 1500 años de modificaciones arquitectónicas.
Construcciones notables
Plataformas ceremoniales
Éstas eran comúnmente plataformas de piedra caliza de menos de cuatro metros de altura donde se realizaban ceremonias públicas y ritos religiosos. Construidas en la forma de plataforma de cimientos, eran a menudo realzadas con figuras talladas, y quizá tzompantli, una estaca usada para exhibir las cabezas de las víctimas.
Palacios
Grandes y a menudo muy decorados, los palacios generalmente se encontraban cerca del centro de una ciudad y hospedaban a la élite de la población. Cualquier palacio real extremamente grande, o uno que consista de varias cámaras en diferentes niveles puede ser llamado acrópolis. Sin embargo, a menudo éstos fueron una historia y consistieron de varias cámaras pequeñas y al menos un patio interior; estas estructuras parecen tomar en cuenta la funcionalidad requerida por una residencia, así como la decoración requerida por la estatura de sus habitantes. Los arqueólogos parecen estar de acuerdo en que muchos palacios son hogar de varias tumbas. En Copán, debajo de 400 años de remodelación posterior, se ha descubierto una tumba de uno de los antiguos gobernantes, y la acrópolis norte en Tikal parece haber sido el sitio de numerosos entierros durante finales del periodo preclásico y principios del clásico.
Grupos E (observatorios)
Llamado así, por el primer observatorio descubierto en el Grupo E de Uaxactún. Situada siempre en el lado occidental de la plaza hay una pirámide templo con una Estela, encarando tres templos más pequeños al otro lado de la plaza. Se ha comprobado que estos grupos E son observatorios debido al preciso posicionamiento del sol por los templos pequeños cuando se los ve desde la pirámide durante los solsticios y equinoccios, usando la Estela como referencia. Otras teorías parecen surgir de la posible historia de la creación relatada por los relieves y figuras que adornan estas estructuras.
Pirámidales y templos
Con frecuencia los templos religiosos más importantes se encontraban en la cima de las pirámides mayas, supuestamente por ser el lugar más cercano a los cielos. Mientras que descubrimientos recientes apuntan al uso extensivo de pirámides como tumbas, los templos en sí parecen raramente haber contenido entierros. La carencia de una cámara de entierros, sin embargo, permitía a los mayas sagrados el acceso, a lo sumo, a tres cuartos pequeños para ser usados para varios propósitos rituales. Situados en la cima de las pirámides, a más de 60 metros de altura, como en El Mirador, los templos eran impresionantes estructuras decoradas. Comúnmente tenían una cresta en el techo, o un gran muro superficial, estos templos pudieron haber servido como hitos propagandísticos. Como eran ocasionalmente las únicas estructuras que excedían la altura de la selva, las crestas sobre los templos eran a menudo esculpidas con representaciones de los gobernantes que podían ser vistos desde grandes distancias. Debajo de los orgullosos templos estaban las pirámides que eran, en última instancia, una serie de plataformas surcadas por empinados escalones que permitirían el acceso al templo.

Canchas de juego de pelota
Como un aspecto integral del estilo de vida mesoamericano, su juego de pelota ritual y sus canchas fueron construidos por todo el imperio maya, a gran escala. Rodeada por dos lados por rampas escalonadas que dirigían a las plataformas ceremoniales o a templos pequeños, la cancha de juego de pelota tenía una forma de I mayúscula y se encontraba en todas las ciudades mayas, excepto en las más pequeñas.
El juego de Pelota simboliza la lucha entre las fuerzas opuestas del universo, es la lucha entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad, la pelota en constante movimiento representa al movimiento de los astros y las fuerzas de la creación.

Escultura
Para los diferentes trabajos en escultura, bajorrelieves, alto relieves y estelas utilizaron madera, estuco y piedra calcárea, ocasionalmente recubierta de estuco(pasta hecha de polvo de piedra calcárea, conchas y aglutinantes vegetales) pintado de diversos colores.

Cerámica
Fue rica y variada desde vasos y platos hasta objetos para culto. En su mayoría los objetos eran pintados con motivos geometrico aunque también representaban animales y figuras geometricas.
La cerámica tiene paredes muy delgadas, formas simétricas, tintes de base caliza con paredes pulimentadas, muchos colores y excelente terminado de acuarela. Las piezas se cocían a temperaturas de hasta 800 grados en hornos abiertos. Las decoraciones incluyen textos escritos en maya con escenas de nobles, episodios militares, imágenes de gobernantes, de seres sobrenaturales, etc. Esto nos hace pensar que fueran hechas por artesanos nobles y firmadas por ellos para poder afianzar alianzas y como ajuar funerario.

Pintura
Practicaron la técnica al fresco y a veces plasmaron la perspectiva (como se observa en las pinturas de Bonampak, Chiapas, en las escenas de prisioneros de guerra martirizados), pues la mayor parte de las veces pintaron personajes de lado. Los personajes pequeños son representaciones de personas alejadas, de menor rango social o esclavos. Había varias capas de estuco con murales que no necesariamente repiten la decoración. También aparecen manos en positivo o negativo sobre los muros de los edificios de desconocido significado. Los tonos preferidos son los rojos y los azules.

Arte con plumas
Fue una manifestación artística muy apreciada en la cual utilizaban, sobre todo, las plumas de quetzal, para la elaboración de penachos y otros adornos.

Sistema de Escritura
El sistema de escritura maya (a menudo llamada jeroglífica por un vago parecido superficial con la escritura del Antiguo Egipto, con la que no se relaciona) era una combinación de símbolos fonéticos e ideogramas, en realidad la estructura pictográfica es más parecida al chino, donde los ideogramas pueden anidarse para formar conceptos más complejos, a la vez que funcionar sólo como representaciones fonéticas. El desciframiento de la escritura maya ha sido un largo y laborioso proceso. Algunas partes de ésta fueron descifradas a finales del siglo XIX y a principios del siglo XX (en su mayoría partes relacionadas con números, el calendario, y astronomía), pero los mayores avances se hicieron en las décadas de 1960 y 1970, y se aceleraron de allí en adelante, de manera que ahora la mayoría de textos mayas pueden ser leídos casi completamente en sus idiomas originales. Desafortunadamente los sacerdotes españoles, celosos, ordenaron la quema de todos los libros mayas poco después de la conquista. El hecho fue un gran golpe a la conservación del conocimiento de la antigua escritura maya. Aunque muchas inscripciones en piedra aún sobreviven (la mayoría de ciudades que ya estaban abandonadas cuando llegaron los españoles), sólo tres libros y algunas páginas de un cuarto sobreviven de las antiguas bibliotecas. Terrones rectangulares de yeso son un descubrimiento frecuente en la arqueología maya; parecen ser restos de lo que una vez fueron libros, después de que todo el material orgánico se pudrió.

Matemáticas
Al igual que otras civilizaciones mesoamericanas, los mayas utilizaban un sistema de numeración de base veinte (vigesimal) y de base cinco. También los mayas preclásicos (o sus predecesores olmecas) desarrollaron independientemente el concepto de cero alrededor del año 36 adC (Este es el primer uso documentado de un cero como lo conocemos hoy en día, aunque los babilonios mucho antes habían desarrollado un parámetro de sustitución-0 que sólo se utilizaba entre otros dígitos), vale decir que parecen haber estado usando el concepto de cero siglos antes que en el viejo mundo, y las inscripciones los muestran en ocasiones trabajando con sumas de hasta cientos de millones y fechas tan extensas que tomaba varias líneas el poder representarlas. Produjeron observaciones astronómicas extremadamente precisas, sus diagramas de los movimientos de la Luna y los planetas son iguales o superiores a los de cualquier otra civilización trabajando a simple vista.
Así mismo, como otras civilizaciones mesoamericanas, los mayas descubrieron una medida exacta de la duración del año solar, mucho más exacta que la usada en Europa con el calendario gregoriano. Sin embargo, no usaron este modelo de duración en su calendario. En cambio, el calendario maya se basó en un año de duración exacta de 365 días, lo cual significa que el calendario tiene un error de un día cada cuatro años.

domingo, 17 de marzo de 2013

OLMECAS


LA CULTURA OLMECA

Una de las grandes civilizaciones sobre las que se asienta la Historia de México es la Cultura Olmeca, los primeros en establecerse en México, más concretamente, en la región que comprende la parte sur del estado de Veracruz y al oeste del estado de Tabasco, sobre el Golfo de México, entre el río Grijalva y el Papaloapa, ocupando un área de 18.000 kilómetros cuadrados. Limitada por las montañas de los Tuxtlas, y por la Sierra Madre del Sur se encuentra la región denominada área metropolitana o zona nuclear debido a que en ella se encuentran las que tal vez fueron sus capitales: La Venta, San Lorenzo y Tres Zapotes. La ubicación de estos lugares muestra que los olmecas preferían los cursos de los ríos, donde la agricultura podía beneficiarse de las lluvias periódicas y de la proximidad de los bosques.
Es posible situar esta civilización entre los años 1300 y 600 a.C., basándonos principalmente en su producción escultórica en piedra. Sin embargo es mucho lo que se desconoce sobre este pueblo. Existen numerosas interpretaciones acerca del origen de esta cultura y cómo se desarrolló. Para algunos, y esta es la interpretación más aceptada y extendida, es la cultura madre de la civilización en Mesoamérica. Pero es tanto lo que se desconoce que llega hasta el punto de no saber si las ciudades en realidad tenían una unidad política, o por el contrario, fueron una especie de ciudades-estado que tan sólo les unía una serie de vínculos religiosos, económicos y culturales.
Aunque ignoramos el número concreto de yacimientos, todo indica que los principales centros olmecas fueron La VentaSan Lorenzo y Tres Zapotes, en ellos se han encontrado grandes edificaciones e impresionantes esculturas.
San Lorenzo
Es el yacimiento olmeca más estudiado, y el único del que se ha trazado un mapa detallado. Se puede fechar antes de 1300 a.C.
El centro ceremonial de San Lorenzo, localizado cerca del Río Coatzacoalcos en la costa de las tierras bajas de la ciudad de Veracruz, mide más de un kilómetro en una línea que corre de norte a sur. La mayoría de sus construcciones fueron erigidas sobre una gran plataforma de 45 m de altura y 50 hectáreas de superficie. Este asentamiento contó con plazas rectangulares y estructuras habitacionales, se han hallado numerosos basamentos de casas, se cree que la población pudo haber llegado a mil personas, pero es obvio pensar que esta ciudad servía como centro ceremonial a un número mucho mayor de personas. Lo más destacado de este asentamiento es la construcción de un sistema de control hidráulico.
La Venta

En 1100 a.C., y según las fechas de radiocarbono, comienza su construcción. Es una zona arqueológica ubicada en el extremo noroeste del estado mexicano de Tabasco, a unos escasos quince kilómetros de la costa del golfo de México.
Se levanta sobre una isla en medio de la región pantanosa que forma el río Tonalá, que forma el límite entre Tabasco y Veracruz. Posee una orientación norte-sur y se compone de diez complejos ocupados por 111 estructuras.
Las características principales del sitio son la zona A, que se compone de diez montículos distribuidos en dos patios cerrados, al norte, por el montículo A-2. La zona B muy deteriorada, y el complejo C, al norte que consta de una extensa plataforma con una gran pirámide, construida en arcilla y revestida de piedra. Es una de las pirámides más tempranas conocidas en Mesoamérica que contiene 100.000 m³. de terraplen de tierra, mide 32 metros de altura y posee un diámetro de 128 metros.
Los edificios fueron construidos con barro seco, las estructuras de piedra son casi inexistentes. Los monumentos están agrupados en torno a una plaza rodeada de columnas de basalto. El concepto de centro ceremonial, así como el orden y la simetría, son muy palpables.
Desde el año 1000 hasta el 600 a.C. este asentamiento presenta una mayor monumentalidad escultórica y un trazo de la ciudad aún más organizado. Aproximadamente en el año 800 a.C. tuvo su apogeo, su destrucción se sitúa aproximadamente entre el 500 y el 400 a.C.
Tres Zapotes

Situado en las tierras bajas del golfo de México en el llano del río Papaloapan, al sur de Veracruz. Puede fecharse entorno al 1000 a.C., aunque es a partir del 500 al 100 a.C. cuando se da su apogeo. Es el menos conocido de los yacimientos olmecas, aunque fue contemporánea de los anteriores, e incluso les sobrevivió.
El centro ceremonial tiene más de 50 montículos agrupados en patrones regulares. Uno de los hallazgos más importantes fue la Estela C que tiene una fecha de tipo maya (31 a.C.) la cual proporcionó los primeros indicios de la antigüedad de los olmecas, el sistema de barras y puntos fue adoptado más tarde por los mayas y los zapotecos. Su decadencia y fin se fecha aproximadamente entre el 100 a.C. y el 100 d.C.
Manifestaciones artísticas
De las realizaciones artísticas olmecas, lo más destacable es, sin duda, la escultura y el relieve. A pesar de no existir una cantera de piedra cercana, se cree que las transportaban de la provincia de Tuxtlas y de las laderas de la sierra de Chiapas, realizaron enormes monumentos de piedra y esculpieron colosales figuras.
Trabajaron con piedras volcánicas, así como con piedras duras y semipreciosas, principalmente con jadeítas traslúcidas de color verde esmeralda, azul verdoso o grisáceo y, en menor escala, la serpentina, la hematita y hasta se han encontrado en La Venta cuentas de amatista y de cristal roca.
Su esmerada factura, así como su perfección no fue alcanzada por ningún pueblo civilizado del Nuevo Mundo en el tratamiento de las piedras duras como lo hicieron los olmecas. Fueron ellos los primeros en posicionar las jadeitas por encima de metales tan preciados como el oro o la plata. Esto se perpetuó en toda la América Media, desde los mayas hasta los aztecas.
La búsqueda de esas piedras a las cuales atribuían valor supremo, llevó a los Olmecas a emprender expediciones y tal vez, a crear colonias a grandes distancias de su centro principal, en dos direcciones: hacia el oeste y el norte, a través del Altiplano Central, hacia las serpentinas de Puebla y los jades de Guerrero; hacia el sur y el este, a través de Oaxaca y el Istmo de Tehuantepec, a lo largo de las costas de Chiapas y de Guatemala, hasta El Salvador y Costa Rica. Esto se debe a que los yacimientos de jade que los Olmecas pudieron explotar se encuentran situados muy lejos de su territorio: sin duda a una centena de kilómetros al oeste de Taxco, en las montañas de rocas metamórficas de Guerrero, en la cuenca del Balsas. En cuanto a la serpentina, fue en el actual Estado de Puebla donde casi con toda seguridad pudiero hallarla. La magnetita de que se sirvieron para producir sus extraordinarios espejos provenía, sin duda, de yacimientos situados al sur de la zona Olmeca ‘metropolitana’, en Oaxaca y en la extremidad meridional del Istmo de Tehuantepec.

Todo ello hace pensar que la expansión de la cultura olmeca podría deberse a la búsqueda de este tipo de piedras.
En cuanto a la producción de obras escultóricas que se han hallado en los principales focos olmecas, se pueden dividir en cuatro apartados:

Cabezas monumentales: han sido descubiertas en los yacimientos de La Venta, San Lorenzo, Tres Zapotes, Nestepe y Cerro Vigía.
La primera de ellas fue descubierta en 1862 en Tres Zapotes. Sin embargo, San Lorenzo fue un centro de poder territorial importante y por ello es este lugar donde se han encontrado el mayor número de cabezas colosales.
Son monolíticas, suelen medir entre 1’60 y 3 metros de altura; su peso oscila entre 6 y 25 toneladas, (aunque hay excepciones como la cabeza de Cobata, hallada en Tres Zapotes que posee 65 toneladas). Posee unas características físicas que recuerdan a las características étnicas Africanas: nariz ancha, labios gruesos y ojos abotagados, que se cubren con un casquete ajustado que cae por los lados. Cada una de ellas muestra rasgos faciales distintos, como si fueran retratos. Pudieron haber sido reyes o sacerdotes. También se ha especulado con la posibilidad de que fueran jugadores de pelota porque el tocado que llevan, ya que podría tratarse del casco de protección para este juego ritual. Otros sostienen que podrían ser ‘cabezas de linaje’, es decir que serían un monumento de culto a los muertos. Su significado, al igual que casi todo lo que rodea a esta cultura tampoco está claro, lo que sí se sabe es que las cabezas estaban totalmente pintadas porque la mayoría presentan restos de pintura.

Altares pétreos: encontrados en los yacimientos de La Venta, San Lorenzo y La Laguna de los Cerros. Estos altares se caracterizan por ser piedras monolíticas de forma prismática y con un tamaño aproximado de 2’50 x 1’60 cm. Poseen una decoración, tanto en bajo como en alto relieve, de escenas que sorprenden por sus volumetrías, aunque no se desmarcan del marco arquitectónico del que emergen. En numerosos altares se representa una figura sedente, emergente de una cueva u hornacina que se interpreta como la boca de un dragón, que podría representar al dios o diosa del Inframundo.
Hachas ceremoniales: otra de las representaciones típicas de los Olmecas. Su tamaño es bastante reducido, a pena superan los 30 centímetros de alto. Se decoran en la parte frontal con la figura de un extraño personaje, una mezcla entre real y fantástico. Para realizarlas utilizaron materiales de gran dureza como el jade o similares. Consiguieron un alto nivel de expresividad y una técnica de pulimentado muy perfeccionado.
Se cree que tuvieron un simbolismo religioso-ceremonial, ya que según aparecen en las ilustraciones del Códice Trocortesiano del Museo de América de Madrid, los dioses se valían de ellas para golpear las nubes para hacer que lloviera. Esta teoría cobra mayor fuerza teniendo en cuenta el lugar donde han sido halladas, cerca que construcciones ceremoniales.
-Figuras humanas de bulto redondo: son muy abundantes y poseen unas características muy avanzadas para la época, el escultor olmeca no se conformó con copiar meramente la realidad, sino que optó por la simetría y la monumentalidad de las formas.
También existe una pequeña muestra de pintura mural, aunque fuera del área central. En las cuevas de Oxtotitlán y Juxtlahuaca (Guerrero) existen escenas que representan posibles ceremonias elitistas con simbología olmeca.
En cuanto a sus edificaciones, estaban construidas con materiales perecederos, como son el adobe, el barro y la paja. Sus calles estaban dispuestas de norte a sur, sus edificios más importantes se situaban en torno a grandes espacios abiertos, y el resto de edificios se disponían en torno al centro ceremonial.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Las civilizaciones Precolombinas

Introducción
Las antiguas civilizaciones del Nuevo Mundo estuvieron repartidas desde América del Norte hasta el noroeste de Argentina. Dos grandes áreas geográficas lograron las cotas más altas de desarrollo cultural: Mesoamérica (incluidos Guatemala y el sur de México, con Belice, El Salvador, la región occidental de Honduras y la región occidental de Costa Rica en la periferia) y los Andes centrales (Perú, Bolivia, sur de Colombia, Ecuador, norte de Chile y Noroeste de Argentina). En ambas áreas geográficas la «civilización» se encontraba en marcha c. 1250 a. de C., y continuó en una sucesión de culturas diferentes, representadas por diversos estilos de arte, hasta la llegada de los conquistadores españoles a comienzos del siglo XVI. A través del mundo precolombino, el arte estuvo estrechamente relacionado con la religión y con la naturaleza. También estuvo relacionado con el poder secular. La arquitectura y la escultura fueron una manifestación del poderío, tanto político como religioso. Poderosos gobernantes podían ordenar a grandes contingentes de mano de obra la construcción de grandiosos centros ceremoniales. En su mayor parte, estos operarios trabajaban con herramientas de piedra. Estos pueblos no utilizaron la rueda, que no conocían, ni para el transporte ni para la elaboración de objetos alfareros. Si tenemos en cuenta estas limitaciones, sus obras fueron asombrosas.
Sólo los mayas, en el sur de Mesoamérica (300 al 900 d. de c.) poseyeron una auténtica forma de escritura. Por lo tanto, no existen fuentes realmente escritas que nos ayuden a comprender estas antiguas civilizaciones. La información nos puede venir de datos etnográficos y de antiguos relatos hechos por indios o por europeos, pero son sobre todo los restos materiales que quedan de estos pueblos -sus edificaciones, su escultura, su cerámica, sus piezas lapidarias y en algunos pocos casos sus tejidos- lo que suministra material para el estudio de estas civilizaciones. La difusión de los tipos de cerámica y de los estilos arquitectónicos y escultóricos constituye una fuente de información para definir las influencias ejercidas por un pueblo sobre otro. Materiales como la obsidiana, el jade, el pedernal y las conchas marinas, cuando aparecen en lugares en donde no son indígenas, indican la existencia de comercio. Una de las mejores fuentes de información es el contenido de las obras de arte, puesto que, aunque éstas no, fueran acompañadas por la escritura, las grandes culturas ya poseían lenguajes simbólicos bien desarrollados. Los elementos importantes de su universo -sus mitos, sus deidades, sus ceremonias y sus héroes históricos- están representados en el arte. Aunque todavía conocemos poco acerca de cómo interpretar estos elementos, contienen un buen conjunto de información cifrada.

A veces, la realidad objetiva se puede ver representada en el arte precolombino (como, por ejemplo, los retratos en piedra y yeso de los reyes mayas, o los jarrones con retratos y representaciones de especies animales y vegetales de la cultura mochica del Perú), pero con bastante frecuencia están mezclados elementos míticos, elementos que probablemente fueron igualmente «reales» para aquellos pueblos. El origen de los atributos de lo que parecen ser "monstruos surrealistas --deidades o criaturas sobrenaturales- puede por lo general encontrarse en elementos de la naturaleza, aunque se encuentren combinados mediante procedimientos poco naturales a ojos del forastero. Los rasgos humanos se pueden combinar con los de los grandes felinos (especialmente los jaguares), las aves de rapiña, las serpientes, los cocodrilos, las ranas y los sapos o las criaturas marinas. El jaguar, el felino más grande del Nuevo Mundo, era un poderoso predador, con cuyas proezas en la caza querían identificarse los hombres. Los jaguares, cuyo medio ambiental es preferiblemente el bosque tropical lluvioso, están relacionados de distintas maneras con la noche, la Tierra, las cavernas, los ríos, la lluvia y la fecundidad. Los jaguares son algunas veces tenidos quizá como antepasados sobrenaturales. Las demás criaturas, con alguna frecuencia también cazadoras y carnívoras, se encuentran asociadas con la vida en más de un campo y tienen la capacidad de cambiar de una forma a otra o de desprenderse de su piel muerta. Todas éstas son criaturas cuyos atributos fueron importantes para los pueblos precolombinos.
La imaginería funeraria es común, y es probable que esté asociada con la fecundidad y la regeneración. Así como las plantas renacen de la tierra, así también la vida del hombre se pensó que sería cíclica. Las más avanzadas culturas precolombinas creen todas en una vida futura y han dejado tumbas equipadas con ricos materiales funerarios. Algunas obras deben de haber sido hechas, específicamente, como tales objetos funerarios; incluso es posible que la mayoría de estos bellos objetos fueran confeccionados para acompañar al muerto hasta el otro mundo.
Otros trazos que también son elementos de su arte compartidos por todas las civilizaciones precolombinas avanzadas son el uso de tocados y vestiduras significativos, el empleo de ornamentos de orejas y nariz por la gente de elevada posición social: la escarificación, el tatuaje y la pintura de rostros y cuerpos, la exhibición o vestido de toda la panoplia bélica de los guerreros como símbolos de su condición social, la práctica de los sacrificios humanos rituales, la importancia que revestían los prisioneros o las víctimas propiciatorias para el sacrificio humano, el uso de bella cerámica y ropajes como objetos de uso ritual, el uso de los metales como adornos o como objetos rituales más que para fines utilitarios y la acentuación cosmológica en las cuatro direcciones del universo. Aunque los mismos temas se repiten dentro del arte de un estilo particular, nunca hay repeticiones exactas, e incluso la cerámica fabricada mediante moldes se acaba de formas variadas. Esta ausencia de reiteración repetitiva es otro trazo de las culturas precolombinas desarrolladas.
La arquitectura ceremonial consiste en edificios de piedra o de adobes situados sobre plataformas o pirámides, emplazados en torno a una plaza. Las estructuras se construían a menudo sobre otras anteriores. Los lugares elegidos suelen estar localizados a menudo en una colina o en sus proximidades. Debemos pensar que hubo un considerable trasiego de pueblos a lo largo de la historia precolombina. Dentro de las dos mayores áreas geográficas, los pueblos, a buen seguro, sabían de la existencia de los demás, se influirían mutuamente y harían proselitismo, y algunas veces se conquistarían los unos a los otros. La cuestión que se nos plantea es si los pueblos de alguna de estas dos áreas geográficas, en cualquier momento, supieron acerca de la existencia de la otra gran área. Ciertos trazos parecidos sugieren que en algunas ocasiones debió de haber algún contacto entre ellos. Por ejemplo, un motivo que nos presenta el dibujo de un triángulo escalonado con una voluta parece ser que fue de la región andina hasta Mesoamérica inmediatamente antes de la época de Jesucristo. Está ampliamente difundido en las dos áreas, y es probable que tuviera importancia distinta en épocas y lugares distintos. En el pasado se adelantó la idea de que pudieron existir vínculos entre las dos civilizaciones más antiguas: los olmecas de México y los chavines de Perú. Ahora, sin embargo, se piensa que pudo haber existido un pueblo antepasado de los pueblos de Mesoamérica y de los Andes centrales en algún lugar de las selvas tropicales de las tierras bajas del norte de Sudamérica. Esto podría explicar muchas semejanzas básicas, en particular el uso de ciertos motivos simbólicos, así como diferencias individuales.
El Arte Precolombino
Para acercarnos al arte precolombino debemos partir de premisas distintas de las que emplearíamos para el análisis de una obra de arte occidental actual.
Dentro del mundo precolombino, el arte no era un objeto para ser contemplado y gozado estéticamente, ni para ser expuesto en museos y casas, ni para dar "status" a una determinada clase social. Tampoco era mercancía dentro de un mercado, ya que no había un público consumidor de arte que lo usara para detentar poder económico y social.
El arte precolombino depende exclusivamente del culto religioso, es propiciado por la casta sacerdotal y compartido devocionalmente por el pueblo. Vale decir que si existiera un diccionario general de alguna lengua precolombina, la palabra "arte" no tendría cabida en él.
El exclusivo análisis formal del arte precolombino es improcedente, porque de ese modo lo desvinculamos de su contexto cultural originario, matando lo que tiene de vital. Si procedemos así se nos escapa la función mágico-religiosa de estos productos culturales, la cual nos va a dar en definitiva su significado último.
Repetimos: este arte es la plasmación de un mundo mítico, de una cosmovisión totalmente distinta de la nuestra, que si bien no funciona orgánicamente en las culturas indígenas de la actualidad, se encuentra de un modo sincrético 
en elementos incorporados al culto católico. Por ejemplo: en Guatemala, a Jesucristo se lo invoca, en algunas ceremonias de la región del lago Atitlán, con un rezo que se utilizaba en el período maya para invocar al dios Kukulkan; otro ejemplo sería la relación sincrética de la Pachamama-Virgen María de nuestro noroeste y Bolivia: el colla deja su acullico a la virgen como lo hacía antiguamente a la Pachamama.
El mito
El mito es una estructura vital, un relato, la manera más elemental que tiene el hombre para interpretar el mundo, insertarse en él y reconquistar la unidad perdida. El mito permite que lo insólito se convierta en lo habitual, se mueve en el tiempo y se reinterpreta de acuerdo con los sucesos históricos.
De ahí que los teóricos metafísicos (Mircea Eliade, Huberty Mauss) que consideran al mito exclusivamente como una estructura de validez ontológica permanente, fuera de la historia, se equivocan.
Lo cierto es que, cuando hay hechos que conmueven a la comunidad, éstos se incorporan a la estructura mítica. El mito está relacionado siempre con el proyecto que cada cultura tiene con respecto al mundo y da a cada integrante del grupo su personalidad y su función, proporcionando un patrón de valores, ordenamiento social, creencias y sistema mágico cuya función es reforzar y prestigiar las tradiciones, dotando de sobrenaturalidad a acontecimientos completamente naturales.
De ahí que el mito incorpore y elabore acontecimientos históricos concretos a la vez que, conforme sobrevienen nuevas necesidades de la comunidad y en función de las mismas, se van agregando acontecimientos míticos puros.

El artista
Cuando un escultor tolteca o maya esculpe un dios, lo que está realizando no es la representación de su imagen, sino que está haciendo al dios mismo. El templo donde se lo colocará será su verdadera morada y, en muchos casos, quedará definitivamente oculto de la contemplación de sus adoradores.
Esto quiere decir que la gratificación que buscaba el ejecutor de la escultura no provenía del reconocimiento por su obra. Otros eran los mecanismos que lo llevaban a la creación. El "artista" -vamos a llamarlo así por una razón de comodidad aunque no sea exacto- se instruía en contacto con los testimonios de obras anteriores, respetando la tradición heredada a través de las generaciones.
Lo fundamental para ellos era aprender la técnica, lo que hacía que la labor artística se transformara en un oficio que, generalmente, estaba subordinado al culto religioso.
El artista era un trabajador más de la comunidad. Lo individual quedaba subsumido en la empresa total. Por lo tanto, el creador era un engranaje más dentro de la actividad comunitaria. Ninguna obra llevaba el nombre de su autor, por lo tanto, para nosotros, son anónimas. Eso no significa que la comunidad no valorara ni reconociera al buen artista; sabemos que los Incas, al conquistar el reino Chimú, reconocieron la calidad de sus orfebres a tal punto que éstos fueron trasladados a un barrio de Cuzco con toda clase de prebendas y beneficios para que siguieran produciendo sus obras.
En el caso de la arquitectura monumental, todo el pueblo colaboraba para levantar los grandes centros de culto. Lo importante es el producto y no quien lo produce; la obra cumple un función determinada, y quien o quienes' la ejecutan lo que hacen es prestar un servicio. Muchas veces, los mismos sacerdotes suelen ser los artistas o, en su defecto, los que dirigen la obra, ya que generalmente en la elaboración de la misma hay que ir cumpliendo con rituales rígidamente estipulados.
El arte precolombino es un arte de servicio de sustitución, cuyo fin es extraartístico, tal como lo podríamos entender nosotros. En él, no se trata de que la obra sea verosímil sino creíble. En estas sociedades teocráticas, estas obras son aceptadas por el grupo sin restricciones e incorporadas a la vida cotidiana. No se da la relación dicotómica entre creador-espectador, como en nuestra actual sociedad.
El significado complejo e intrincado de este arte permanecía oculto para el pueblo y su manejo estaba exclusivamente en manos de la casta dirigente, única que tenía acceso a él y, por ende, al conocimiento del mensaje significativo de esas obras.
Pero el pueblo, a distancia, compartía esta religión oficial y, aunque la simbología profunda de las efigies de los dioses permaneciera oculta para la mayoría, en toda la comunidad precolombina se crea un lenguaje compartido y con un nivel de acceso común a todos.
Es necesario aclarar que a través de los siglos, junto a esta religión oficial, el pueblo siguió creyendo en sus viejos cultos populares que originaron, paralelamente al arte oficial elitista, un arte doméstico, cuyos últimos estertores los visualizamos en comunidades agrícolas contemporáneas (tal el caso del culto a la Pachamama en nuestro noroeste).