La modernidad en América Latina supuso una revolución estética impulsada por un espíritu renovador que en muchos casos fue acompañado por revueltas históricas, sociales y políticas. La modernidad no nació al mismo tiempo en todos los países pero se puede fijar una fecha hacia la década de 1920, cuando la idea de una revolución de las artes llegó a América Latina desde Europa. Con ella, se inició la búsqueda de caminos renovadores y de una identidad propia que se hizo eco entre intelectuales y artistas latinoamericanos. Las jóvenes naciones comenzaron a preguntarse por su cultura y pronto apareció la necesidad de elaborar formas culturales propias, capaces de abrirse al futuro.
LOS VIAJES
El viaje a Europa, en la segunda y tercera década del siglo XX, fue clave en el desarrollo de los artistas latinoamericanos. En París, la meca del arte hasta la Segunda Guerra Mundial, los jóvenes artistas conocieron las últimas innovaciones estéticas de las vanguardias europeas. Pero una vez que llegaban a Europa los recuerdos de sus países de origen se volvían una fuerte presencia en sus obras. En este sentido, los artistas latinoamericanos buscaron una manera de combinar los nuevos lenguajes europeos con las imágenes y temas de su país natal. Como el crítico brasileño Oswald de Andrade propuso en su Manifesto Antropofágico (1928) la idea era digerir lo europeo para luego transformarlo en un lenguaje propio y original.
REALISMO SOCIAL
La estética del muralismo mexicano ejerció una importante influencia de varios países de Latinoamérica. Los mexicanos habían abogado por un arte figurativo, de fuerte compromiso social y político y su prédica pronto se vió imitada. En Ecuador, Oswaldo Guayasamín fue un claro representante del realismo social en la pintura. En la República Dominicana, Dario Suro trabajó también en esta línea y el argentino Antonio Berni , colaboró en 1934 con el mexicano David Alfaro Siqueiros en un mural cerca de la ciudad de Buenos Aires, imbuido en el estilo del realismo social.
Indigenismo:
El movimiento indigenista tuvo un gran desarrollo en la década del 20. Dentro del movimiento indigenista de Perú coexistieron diferentes sectores que, si bien no siempre coincidían en sus objetivos, todos reclamaban una redefinición de lo nacional, fuertemente influenciados por las revoluciones rusa y mexicana. El indigenismo intentó insertar la imagen del indígena en una realidad social que le fuera propia ya que hasta ese momento éste había sido representado en las imágenes sólo como elemento exótico y pintoresco. José Sabogal, identificado con las ideas de Mariátegui, lideró el indigenismo en la pintura peruana e intentó crear una escuela nacional basada en la explotación de temas nativos. La búsqueda de raíces indígenas preocupó también a Mario Urteaga, un pintor autodidacta, que exploró la forma de representar a la población indígena en su realidad social.
CONSTRUCTIVISMO LATINOAMERICANO
El propulsor del constructivismo en Latinoamérica fue el uruguayo Joaquín Torres-García. Su arte de base geométrica fue clave para el desarrollo del movimiento argentino Arte Concreto- Invención y Arte Madí en los años cuarenta. La abstraccion geométrica en Venezuela fue explorada por Edgar Negret y Eduardo Ramírez Villamizar. En Ecuador, Manuel Rendón inició un arte abstracto que luego sería retomado por Anibal Villacis y Enrique Tábara. La estética constructivista también dejó su legado en el movimiento brasileño Neo-concreto que reunió a Lygia Clark y Hélio Oiticia, y en los artistas vinculados al Op-Art en la década del sesenta como el argentino Julio Le Parc y los venezolanos Alejandro Otero y Jesús Rafael Soto.
REALISMO MAGICO
Lo real maravilloso, como lo definió el escritor Alejo Carpentier es un patrimonio de América entera. Lo "fantástico" como elemento ha ser integrado en el arte ha sido reconocido en varios artistas latinoamericanos. Pero la introducción oficial del surrealismo como movimiento ocurrió en 1940 con la inauguración de la "Exposición Internacional de Surrealismo" en la Galería de Arte Mexicano organizada por André Breton, el pintor austríaco Wolfgang Paalen y el poeta peruano César Moro. La pintora Frida Kahlo participó en esta exposición, aunque ella misma rechazó la etiqueta de surrealista: "Se me tomaba incorrectamente por surrealista. Pero yo nunca he pintado sueños sino mi realidad". El chileno Matta tuvo una relación más directa con el surrealismo europeo y Wifredo Lam desarrolló un surrealismo personal al pintar la magia de la vegetación tropical cubana. Si bien la categoría de lo surreal a reducido y etiquetado a Latinoamérica en el reino de lo exótico, también es cierto que un contenido fantástico es recurrente en la obra de muchos estos artistas. Francisco Toledo, Maria Izquierdo, Xul Solar y Tilsa Tsuchiya produjeron una obra donde son frecuentes las imágenes oníricas y sobrenaturales